domingo, 10 de abril de 2011

En el nombre de Dios

“En la Magdalena tenemos una filosofía muy sencilla. A través de la oración, la limpieza y el trabajo, las que han caído pueden volver a Jesucristo ”
Y desde la primera frase comienzan a erizarse los cabellos. Ayer vi esta película por segunda vez, no recordaba muchas cosas, la vi por primera vez hace unos seis años, entonces tendría catorce, supongo que entonces, no logre asimilarla, guardar la magnitud de sensaciones que me provocó. Se quedo el asombro y la verdad. Me recuerda inevitablemente a mi abuelo, a su postura anticlerical, postura lógica  y necesaria al toparse con la realidad, ante casos como este y todos los demás  que históricamente llenan de rojo las páginas de la religión católica.
Estrenada en 2002, Dirigida por Peter Mullan, que al escribirla se basa en la vida de tres jóvenes internadas en uno de los asilos en Irlanda, en los años sesentas;  Margaret (Anne-Marie Duff), Bernardette Nora Jane Noone),  Rose (Dorothy Duffy) y Agripina (Eileen Walsh. Las reclusas son mujeres “caídas” madres solteras, "coquetas "y mujeres abusadas sexualmente, ellas intentan seguir esa senda rígida y estúpida precedida por las monjas, el camino de la penitencia dicen, y si que las hacen padecer, las someten a todo tipo de castigos, maltrato psíquico y físico y la explotación laboral, porque eso sí, el monasterio mira siempre por el progreso, incluso compran lavadoras, para que el negocio continúe creciendo, porque como bien sabemos de eso si nunca han podido quejarse, dinero nunca falta, los fieles confían en ellas, y el negocio funciona, como siempre. La crueldad es justificada, el sufrimiento infringido, todo amparado bajo la imparable verborrea primitiva religiosa que no deja de fluir, infundiendo incluso la culpa por “crímenes” no cometidos. Las actuaciones son magistrales, muestran un profundo rasgo psicológico de los personajes, es posible saborear la sangre seca que empapa sus ojos, sentir su lucha. El valor y el odio salvan a dos de las protagonistas, que vencen el enorme miedo y como todas deberían hacerlo se abren camino y salen al mundo .Rose continua siendo devota ¿? Bernadette se casa tres veces y se dovorcia. El arrepentimiento o quizá la conciencia familiar salva a otra y Margaret se vuelve profesora. Agripina representa es otra parte de las que nunca lograron romper el circulo, el último plano es devastador, su final en el psiquiátrico, su muerte a los 24 años causada por la anorexia o quizá por esas heridas graves, por esa indiferencia y esa hostilidad. Un buen film, una lección de historia, una vista a esa realidad evidente que intento ocultarse, extrañamente hasta 1996, año del cierre del ultimo convento donde fueron recluidas más de 30, 000 mujeres.


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