Dice José Gorostiza que la poesía es un juego de espejos, pero ¿Qué es la vida sino eso? Por eso al leer 100 años de soledad encuentro a Macondo en un lugar de México, de Chiapas, de Oaxaca, que puede ser también un rincón de Chile, de Perú, Argentina, Guatemala, Costa rica….¿por qué existe esa hermandad de los pueblos latinoamericanos? Porque hurgamos en esa masa informe, porque buscamos en la expresión de ese rostro único, los rasgos que el placer y el dolor nos dejan. Porque encontramos en ese rostro deforme un espejo que refleja al otro, que identifica al otro. ¿Por qué existe ahí y no en todos los pueblos? Primero porque el reflejo se busca, es intencionado y por eso, se encuentra, quizá también por el sentimiento de identidad, de solidaridad que se manifiesta en un pueblo oprimido, en pueblos que han compartido el hambre, la injusticia, el sufrimiento provocado por las manos del tirano. Los rostros de los nadie, son siempre el mismo rostro, los rostros de los poetas muertos, uno sólo es el rostro de los niños comiendo tierra para calmar el ansia. Una sola la sonrisa íntegra, sencilla, humana, crispada y hermosa, que nada tiene que ver con la fragilidad de la mía, con la frialdad de esas tantas otras bocas, y esa hermandad es la que siento, y con esas ganas de hacérmela sentir, de recordármela, con esa intención me quedo al ver la película: Diarios de motocicleta dirigida por Walter Salles. Buena la banda sonora de Gustavo Santaolalla. La he disfrutado, altamente recomendable.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Vamos a compartir opiniones!