Como todas las novelas carcelarias, las películas carcelarias, muestra la parte más oscura de la realidad humana. El sufrimiento, la locura, el odio, el miedo forman una única y cortante realidad, que parece mucho más dolorosa que cualquier castigo, que la castración que ya supone esa mera privación de la libertad. Cruda, humana, rasposa y dura. La escena que más me ha gustado, la de los locos dirigiéndose siempre hacia el mismo lado, los “locos” van hacia el camino permitido, y a pesar de que la fábrica decida quién es una máquina defectuosa, la inteligencia, la libertad de creer en sí mismo, que es lo único de lo que no logran privar al protagonista, le hace decidir no afirmar esa sentencia como suya. Dirigida por Alan Parker, Protagonizada por Brad Davis y basada en la novela homónima y biográfica de Billi Hayes. El guión fue realizado por Oliver Stone.

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