Hilo blanco, prácticamente lechoso, azucarado que nos
envuelve en esta especie de ficción y/o de realidad, en desequilibrio, perdemos
pie y caemos de la cuerda, nos vemos atrapados de nuevo en la malla, otra red
suprema de historias reales, de historias ficticias. Personajes entrañables,
que (por ello quizá) se repiten a lo largo de la obra de Bolaño, siempre el
sabor amargo de la clandestinidad, el sabor a herrumbre de saberse perdido en
una selva inhóspita, perdido y profundamente solo, solo como Quim en el
manicomio, como Belano en su viaje al medio oriente, como Ulises Lima en una
carreta de Sonora, como Cesárea en un pueblo de asesinos, sola como Lupe en una
habitación de hotel, solo y en un país extraño, ajeno al propio de no rebasa
las líneas de nuestras manos y de nuestros pies, todo lo demás es otra cosa, es
un espacio muerto por el que nos obligan (nos obligamos a caminar) Hay que
leerla para perderse o para encontrarse y porque a pesar del premio Herralde que
le otorgaron en 1998 y en 1999 el Rómulo Gallegos, la novela conserva un sabor
cercano, un sabor de tierra y no de nube, tal vez por la cercanía que en
realidad tenia el autor con los infrarrealistas o sea los real visceralistas.
De quienes dice internet:
“El infrarrealismo
es un movimiento poético fundado en 1975 en México, D. F.
por un grupo de veinte poetas jóvenes, entre los que se encontraban Roberto
Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, José Vicente Anaya, Rubén Medina,
José Rosas Ribeyro, entre otros, en su mayoría
mexicanos.
El infrarrealismo está
emparentado con el dadaísmo, y su etapa inicial, la más importante, duró hasta 1977, con la partida de
Papasquiaro y Bolaño a Europa.2
Sin embargo, luego del retorno del primero a Ciudad de México en 1979, el
movimiento continuó liderado por éste, siendo en la actualidad mantenido por
algunos de sus miembros originales, así como por otros nuevos.4
Los infrarrealistas,
también conocidos simplemente como «infras», tomaron como consigna5
la frase de Matta «volarle la tapa de los sesos a la cultura
Fundación del movimiento
El grupo se comenzó a
conformar principalmente por iniciativa del chileno Roberto
Bolaño y del mexicano Mario Santiago. El primero se había ido a
Chile en 1973 con el propósito de apoyar el gobierno de Salvador
Allende y de la Unidad Popular, pero regresó a México ese mismo
año huyendo del Golpe de Estado que dio
comienzo al Régimen Militar. Poco después de su
regreso, ambos poetas se conocen en el Café La
Habana de la ciudad capital, iniciando una fuerte y prolongada amistad.
Entonces comienzan a reunirse con otros amigos y a contactar con poetas
conocidos que consideraban aptos para formar parte de un nuevo movimiento
literario.7
Luego de algunas reuniones
previas, varias de ellas en la casa de José Vicente Anaya, el movimiento se fundó
formalmente en 1975
en la casa de Bruno Montané Krebs,8
en una oscura sala sin ventanas ubicada en la Calle Argentina del sector de El Zócalo, en pleno Centro Histórico de la
ciudad. Esta reunión, a la que asistieron unas cuarenta personas, fue dirigida
por Bolaño. Entre los asistentes, además de los futuros infrarrealistas que
conformarían a partir de entonces el movimiento, se encontraban algunos amigos
cercanos y simpatizantes como Carla Rippey
o los hermanos Ricardo y Juan Pascoe, además de algunos curiosos.5
De acuerdo con una lista
confeccionada por José Vicente Anaya sobre los «Poetas fundadores del
Infrarrealismo», el grupo quedaría inicialmente conformado por los siguientes
veinte poetas:5
- Mario Santiago Papasquiaro
- Roberto Bolaño
- José Vicente Anaya
- Juan Esteban Harrington
- Jorge Hernánez «Piel Divina»
- Rubén Medina
- Ramón Méndez Estrada
- Cuauhtémoc Méndez Estrada
- Lisa Johnson
- Mara Larrosa
- Vera Larrosa
- Gelles Lebrija
- Pedro Damián Bautista
- Víctor Monjarás-Ruiz
- Bruno Montané
- Guadalupe Ochoa
- José Peguero
- Estela Ramírez
- Lorena de la Rocha
- José Rosas Ribeyro
Además de todos ellos se
encontraba Darío Galicia, amigo de la adolescencia de Bolaño, quien no quiso
pertenecer oficialmente al movimiento, a pesar de que informalmente fue
reconocido como un infrarrealista más.9
Todos eran mexicanos, salvo
los chilenos Bolaño, Harrington y Montané, y el peruano Ribeyro. En cuanto a su
parentesco, tanto los Méndez como las Larrosa eran hermanos, mientras que
Lebrija era prima de estas últimas. Ochoa y Peguero eran entonces pareja y lo
continuaron siendo.5
Lisa Johnson fue el mayor amor de Bolaño en México, y el quiebre de esta
relación fue una de las principales razones de que éste dejara más tarde dicho
país para siempre.9
La mayoría provenía del
taller de poesía de Juan Bañuelos de la UNAM y
del taller de Alejandro Aura en Casa del Lago. Los
restantes eran amigos de algunos de ellos, como el caso de Piel Divina,
compañero de Universidad de Rubén Medina en la carrera de filosofía.10
La mayoría tenía 22 años como Bolaño; el más joven era Harrington, con 15 años,
y el mayor Anaya con 28. Algunos de ellos estudiaba, mientras que otros habían
dejado sus estudios o bien no habían continuado estudios superiores.5
Primeras lecturas
La primera lectura poética
de los infrarrealistas se realizó a fines de 1975 en el segundo piso de la
Librería Gandhi, ubicada en la calle Miguel Ángel de Quevedo junto al parque
Tagle, gracias a gestiones de Anaya, quien se consiguió el espacio para
realizar lecturas todos los viernes durante dos meses. Esta primera lectura
estuvo llena y se consideró un éxito. Leyeron Anaya y Bolaño, quien dio algunas
ideas de lo que más tarde aparecería en el primer manifiesto
infrarrealista. La lectura estuvo acompañada de música en vivo interpretada por
Mara Larrosa, Lorena de la Rocha y Darío Galicia, amigo de los infras. Además
participaron otros amigos cercanos tales como los artistas plásticos Carla Rippey
y Rodolfo Sanabria. El debut buscó de alguna manera asemejarse a lo que fue el
de los beats en 1955, liderado por Jack Kerouac.10
Los infrarrealistas también
hicieron dos lecturas de poemas en la Casa del Lago, que entre
1974 y 1976 fue dirigida por Hugo Gutiérrez Vega, poeta, escritor y
académico mexicano, presidente del Comité de Apoyo a la Unidad
Popular de Chile, que se llevaba bien con los miembros del grupo. En
uno de estos recitales los infrarrealistas se tomaron las fotografías que
figuran en el único número de su primera revista literaria, Correspondencia
infra, revista menstrual del movimiento infrarrealista.5
Publicaciones y separación
A mediados de 1976, luego
de que Octavio Paz
dejara la revista Plural por problemas políticos, en lo que
se conoció como «el golpe de Excélsior»,
y fuera nombrado director Roberto Rodríguez Baños,
los infrarrealistas volvieron a tener oportunidades de publicar en revistas oficiales.
Así, en octubre del mismo año Mario Santiago publicó en el número 61 de Plural
una reseña y traducción de poemas sobre el poeta y novelista beat
Richard Brautigan. Luego
en diciembre, en su número 63, la revista publicó Seis jóvenes
infrarrealistas mexicanos, con selección e introducción de Mario Santiago,
en la que figuraron Darío Galicia, Mara Larrosa, Rubén Medina, Cuauthémoc
Méndez, José Peguero y el mismo Mario Santiago. En enero de 1977 Bolaño publicó
en el número 64.9
También en 1976 los
infrarrealistas publicaron su primera antología,
titulada Pájaro de calor, ocho poetas infrarrealistas, prologada por el
poeta y periodista español radicado en México Juan Cervera Sanchís, cliente asiduo del Café La
Habana y simpatizante de la energía juvenil de los infras.9
Poco antes de la
publicación de Pájaro de calor, Lisa Johnson rompió con Bolaño, quien
dejó patente este hecho en un poema de dicha obra. Esta fue una de las
principales razones de que Bolaño decidiera irse de México y partir rumbo a España,9
específicamente a Barcelona, donde estaba viviendo su madre, quien se había ido
de México a mediados de los años 1970.10
Sin embargo, antes de su partida dejó acordada con la Editorial Extemporáneos
la publicación del libro Muchachos desnudos bajo el arcoiris de fuego. Once
jóvenes poetas latinoamericanos, que apareció en julio de 1979 y que
corresponde a una antología que incluye poemas de Luis Suardíaz, Hernán Lavín Cerda, Jorge
Pimentel, Orlando Guillén, Beltrán Morales, Fernando Nieto Cadena,
Julián Gómez, Enrique Verástegui, de él mismo, Mario Santiago
y Bruno Montané. El libro está prologado por Miguel Donoso Pareja, posee una
presentación de Efraín Huerta y fue el primero de aquella época
de los infrarrealistas que fue costeado enteramente por la casa editora y no
por ellos mismos.9
Roberto Bolaño dejó México
en 1977, tiempo después de que lo hiciera también Bruno Montané, con quien se
reencontraría en Barcelona. Mario Santiago, por su parte, se fue por un tiempo
a París
e Israel.
Rubén Medina y José Peguero, intentando reagrupar a los infras que quedaron en
el D. F., y al mismo tiempo como acto simbólico de despedida, gestionaron la
publicación de un único número de la revista Correspondencia infra, revista
menstrual del movimiento infrarrealista en octubre/noviembre de ese año.
Dicha revista tuvo una tirada de cinco mil ejemplares, de los cuales se
conservan actualmente muy pocos originales; incluye el «manifiesto
infrarrealista» escrito por Bolaño, y el primer poema que contiene es el de
Papasquiaro titulado «Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de
Heidegger», escrito en los tiempos en que frecuentaba el taller de Juan
Bañuelos, y que sirvió de inspiración para el título de la primera novela de su
amigo Bolaño, viviendo ya en España: Consejos de
un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, escrita a dúo
junto con A. G. Porta.
Los poemas de esta revista se caracterizan por su variedad estilística.9
Los años siguientes
Esténcil de Roberto
Bolaño en Barcelona en 2012.
Los años siguientes a la
partida de Bolaño, Papasquiaro y Montané al extranjero, varios también
decidieron irse de Ciudad de México, y sólo algunos continuaron carreras
literarias, si bien la mayoría se dedicó a actividades artísticas. Así, por
ejemplo, Rubén Medina se fue a Estados Unidos a estudiar
literatura; Harrington regresó a Chile para realizar estudios de cine; Gelles
Lebrija se fue a vivir a Tijuana; Piel Divina a París;
los hermanos Méndez regresaron a Morelia, su tierra natal, donde se dedicaron al periodismo y
durante un tiempo fueron panaderos, y José Vicente Anaya se dedicó a recorrer México
durante cuatro años. Lorena de la Rocha se dedicó a la composición de música
clásica y al teatro; Vera Larrosa a la danza y al teatro,9
y su hermana Mara a la pintura, continuando ambas en el D. F.4
Darío Galicia sufrió de dos aneurismas, quedando con secuelas permanentes.9
De los antiguos
infrarrealistas, sin duda el que ha alcanzado mayor prestigio internacional es Roberto
Bolaño, quien en Barcelona se afianzó como novelista, publicando
numerosas obras para la Editorial Anagrama, entre las que destacan
principalmente Los detectives salvajes, inspirada
justamente en su vida con los infrarrealistas en Ciudad de México y ganadora
del Premio Herralde y el Rómulo Gallegos; así como 2666,
galardonada en España, Chile y Estados Unidos, y también ambientada en México.9
Anaya, Medina y Montané también continuaron una carrera literaria, realizando
varias publicaciones.9
Los detectives salvajes
Artículo principal: Los detectives salvajes.
El movimiento
infrarrealista adquirió reconocimiento mundial a través de la galardonada
novela Los detectives salvajes (1998) de Roberto
Bolaño, donde el escritor rememora el movimiento poético,
retratándose a sí mismo, a su amigo Santiago Papasquiaro y a otros
infrarrealistas de la época. La prensa crítica estadounidense, por su parte, en
ocasiones llamó al infrarrealismo como «modernismo visceral» y «realismo
visceral»,19
siendo este último el término utilizado por Bolaño en su obra.
Estilo e influencias
Según la periodista y
estudiosa del movimiento, Montserrat Madariaga, el infrarrealismo nunca se
caracterizó por tener un estilo ni una estética particular, sino más bien por
una manera de afrontar el acto poético, hecho que resume de la siguiente
manera:9
«El infrarrealismo es más
una unión de actitudes, una postura ante la vida que una forma de hacer
poesía.»
Montserrat Madariaga
Esta idea se refuerza por
lo declarado en 2006 por el propio infrarrealista José Vicente Anaya:5
«Yo creo que formalmente no
todos escribíamos igual pero sí estábamos convencidos de hacer una poesía viva,
de experiencias vivificantes, o sea no estar inventando que haces el amor, sino
que realmente hacerlo en tu poema, realmente ver cosas extraordinarias y no
usar la imagen como recurso literario. Lo que vives hace la poesía.»
José Vicente Anaya
Carl Solomon, Patti Smith,
Allen
Ginsberg y William Burroughs, integrantes de la Generación
beat hacia 1977.
El movimiento estuvo
marcadamente influenciado por los poetas de la Generación
beat estadounidense de la década de 1950. Los infras pudieron leer a
los poetas de este movimiento gracias a la revista de poesía beat
bilingüe El corno emplumado / The plumed horn, editada en treinta y dos
números entre 1962 y 1969 por el matrimonio conformado por el poeta y escritor
mexicano Sergio Mondragón y la poeta beat estadounidense Margaret
Randall. En particular, los infrarrealistas leían mucho a Allen
Ginsberg, Jack Kerouac y William
Burroughs.10
Madariaga escribió al
respecto lo siguiente:
«La poesía infrarrealista
nace de esa necesidad de liberación de todas las convenciones y límites que la
sociedad impone en aras del orden.»
Montserrat Madariaga
Aclarando que por «esa
necesidad» se refiere a una análoga a la buscada por la Generación beat.10
También sentían simpatía
por los estridentistas, movimiento vanguardista
mexicano de principios de los años 1920, liderado por Manuel Maples Arce y a quienes varios
consideraron sus antecesores, en la medida que ambos buscaron introducir en la
cultura mexicana las vanguardias europeas. En 1928 aparecieron Los Contemporáneos, agrupados en torno a la
revista Contemporáneos, pero que sin embargo no fueron un movimiento
propiamente tal, al no poseer un manifiesto ni una cohesión estética, ética o
cultural. Los infrarrealistas no sintieron un aprecio especial por estos
últimos.11
Los infrarrealistas eran de
izquierdas, con ideas trotskistas
y revolucionarias.
Aunque la mayoría no eran militantes políticos, persiguiendo expresarse a
través de la literatura, hubo algunas excepciones, como los hermanos Méndez y
Piel Divina, miembros de la Liga Socialista, heredera de la Liga Leninista
Espartaco, fundada por José
Revueltas en 1960. Cuauhtémoc fue además líder sindical de la
Sección 87 de Secretaría de la Salud.5
José Revueltas fue además
de un líder político para algunos, un guía literario para otros.5
El más cercano a él de los infrarrealistas fue Mario Santiago, quien lo iba a visitar a
su casa —por intermedio de Mario también recibió a Ramón Méndez— para conversar de
literatura. Luego de la muerte de Revueltas, Mario Santiago —cuyo verdadero
nombre era José Alfredo Zendejas Pineda— amplió su nombre artístico agregando
el apellido de Papasquiaro, por Santiago Papasquiaro, municipio del estado
de Durango
donde había nacido su mentor.11
Otro poeta mayor que
también fue considerado un maestro por el movimiento fue Efraín Huerta,
quien era visitado frecuentemente en su casa por poetas jóvenes, al vivir en la
calle Lope de Vega, de camino a la Casa del Lago. En este
caso, de los infrarrealistas el que iba con más asiduidad a visitarlo era
Bolaño. Revueltas y Huerta no ejercieron sobre los infrarrealistas una estilística,
sino más bien una empatía ideológica, pues ambos eran considerados por ellos
poetas rebeldes.11
Juan Ramírez Ruiz, Jorge
Pimentel y Enrique Verástegui, miembros del Movimiento Hora Zero, en la Plaza de Armas
de Chiclayo,
en abril de 1970.
Otra influencia, esta vez
proveniente del Perú,
fue el Movimiento Hora Zero, grupo de poesía
vanguardista fundado por Jorge Pimentel y Juan Ramírez Ruiz en 1970. Papasquiaro mantenía
correspondencia
con Ramírez desde incluso antes de que se creara el infrarrealismo, llegando a
escribir una sección completa sobre ellos en una revista llamada Zarazo 0
de un único número que publicó en enero de 1974. Por otra parte, el único
infrarrealista peruano, José Rosas Ribeyro, tuvo lazos con Hora Zero
antes de irse a vivir por un tiempo a México, lo que afianzó aún más el lazo y
les permitió conocer sus trabajos de primera fuente. La influencia con este
movimiento es tal, que Bolaño escribe en el primer manifiesto infrarrealista
que «nos antecede Hora Zero».9
Finalmente, Hugo Gutiérrez Vega, quien conoció a los
infrarrealistas personalmente, declara que si bien identificaba en ellos una
actitud parecida a la de los surrealistas y dadaístas,
y que la historia literaria de México no les brindó la notoriedad que se
merecían, duda de si hayan conseguido ser realmente un grupo vanguardista como
los dos anteriores.9
Organización
Los líderes del movimiento
eran Roberto Bolaño y Mario Santiago, y si bien no seguían una
organización formal, según Rubén Medina
era Bolaño quien planeaba las publicaciones y los recitales, contactándose con
artistas plásticos y editores, mientras que Mario Santiago era quien se
dedicaba a buscar nuevos integrantes para el grupo,5
si bien Bolaño también cumplió con este papel al regresar desde Chile.7
Bolaño además se encargaba de definir en primer término los fundamentos del
movimiento, consultando luego a Mario Santiago y algunos otros acerca de éstos.5
Guadalupe Ochoa, por su
parte, afirmó en una entrevista en 2006 que a pesar de considerarse liberales y
rechazar las normas sociales, el grupo no escapaba por entonces del machismo
imperante, estando las mujeres del grupo marginadas de la toma de decisiones en
las ediciones de sus publicaciones.5
Bolaño también fue quien
escribió el primer «manifiesto infrarrealista», publicado en la revista Correspondencia
infra, revista menstrual del movimiento infrarrealista, a pesar de que
Mario Santiago y José Vicente Anaya también redactaron sus
versiones. Este liderazgo autoimpuesto de Bolaño en el grupo conllevó en
ocasiones discusiones entre éste y otros miembros, como Vicente Anaya, Ramón Méndez y Juan Esteban Harrington.16
Los infrarrealistas solían
reunirse en el Café La Habana, en la esquina de la calle
Bucareli con Morelos, y en la Casa del Lago, donde se
hacían lecturas poéticas. A veces elegían cafés de chinos y tabernas céntricas,
o se juntaban en casas de algunos de ellos: la de Anaya, en colonia
Nápoles, la de las hermanas Larrosa en colonia
Hipódromo Condesa o la de Montané en El Zócalo. Adicionalmente,
también se reunían en casa de Carla Rippey,
que vivía junto a la imprenta donde trabajaba Juan Pascoe, y que solían
utilizar para imprimir sus trabajos. Todas estas reuniones solían acabar
frecuentemente en fiestas que se extendían hasta muy avanzada la noche”.

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