jueves, 19 de mayo de 2011

Bowlin for Columbine de Michael Moore


Ayer vi el documental, me pareció interesante la respuesta que él encuentra a la enorme violencia que reina en los Estados Unidos. El tema de partida es la matanza estudiantil ocurrida en Columbine (hace tiempo vi Elephant de Gust Van Sant, creo que es una recreación más fría y objetiva de los hechos, sin embargo  no me ayudó a hacerme una idea del por qué) casualmente, es ahí donde se encuentra la fabrica de armas más grande del mundo. Es impresionante la facilidad con la que se pueden adquirir en el supermercado, para mi ahí estaba el origen del problema.  Pero me había quedado a la mitad, creía que lo que estaba mal era que pudieran comprarse armas y balas ¡en el wal mart!
Pero en Canadá, la población total de 10 millones de familias tiene aproximadamente 7 millones de armas, sin embargo la tasa de mortalidad por armas de fuego es sumamente baja, encontré esta información en una web de criminalística: "La tasa de homicidios de armas de fuego fue de 1,15 por 100.000 en 1977 y cayó a 0,50 en 2003, mientras que el índice de falta de armas de fuego pasó de 1,85 por 100.000 habitantes a 1,23 por 100.000 en el mismo período de tiempo. No se especifica cómo los factores sociales, políticos, económicos o de otro tipo, tales como las leyes de armas han afectado a las tasas de criminalidad."
Mientras que en los EEUU entre 2006 y 2007 hubo 25,423 asesinatos por armas. Según Moore, la posible respuesta esta en la ignorancia, y sobre todo en el miedo. Las entrevistas, resultan impresionantes, es increíble hasta que punto se les ha conducido a creer que tienen que protegerse de la amenaza negra, de la plaga hispana, que sólo son ciudadanos responsables si portan armas de fuego.
Otro record que poseen es el del tirador más joven, un niño de 6 años asesino a una niña de su edad en su escuela. Sin embargo siguen sin reconocer que hay un problema. Moore ridiculiza la postura radical y fundamentalista, que, por desgracia, parecen tener muchos norteamericanos. Es un retrato fiel de su sociedad, emitido desde dentro con pinceladas que van desde el sarcasmo, el humor y la incredulidad.

sábado, 30 de abril de 2011

El secreto de Vera Drake

Y una vez más Mike Leigh me deja anonadada, Vera Drake (Imelda Stauton) encarna un personaje encantador, que emana naturalidad y ternura. ¿Qué importa si para ayudar a alguien necesita infringir la ley? Sólo el sistema legal (ese que juzga actos humanos sin dar valor a lo humano) sólo esos jueces armados por sus peluquines polvosos, y sus togas perfumadas podrían permitirse echarle algo en cara, pero no nosotros, no los espectadores que hemos sido testigos de su bondad innata, de su inocencia exenta de malas intenciones, su rostro me vale como única prueba para no juzgarla, para entenderla, para hacer lo posible por ponerme en sus zapatos y en los de tantas otras mujeres que decide interrumpir el milagro de la vida, porque si solo el hambre llega a la boca del resto de sus hijos, el milagro no se llamaría de esa forma. La imprudencia, la violencia, la falta de información o incluso la frivolidad forman parte de la vida de esas chicas, aquellas que solicitan los servicios de Vera, ella las arropa con su bondad, con sus ganas de ayudarlas, sin haber pensado nunca en obtener ningún beneficio por medio de “sus servicios”. ¿Cómo podríamos condenarlas? Unos pocos instantes de violencia, o de debilidad bastan para que ellas arruinen dos vidas durante mucho tiempo, quizá durante lo que duren esas vidas, Vera dice que no, y sin embargo su secreto le cuesta una crisis familiar, la desconfianza y el rechazo de una sociedad en donde la doble moral esta dispuesta a poner el dedo acusador a la primera provocación. Me ha recordado la frase de mi abuelo en lo referente al tema del aborto: “La mujer es un como templo y sólo ella tiene debería tener derecho a juzgar lo que ocurre con él”. Sobre todo eso, cómo podría un hombre juzgar una situación que no ha vivido siquiera de cerca, una que sólo en otra vida le seria posible encarnar, cómo podría cualquiera juzgar a cualquiera de ellas o a Vera. Yo no.
Sin embargo el mundo se derrumba con su primer error, y el horror y la culpa cubren su vida plagada de inocencia, por suerte vemos personajes íntegros: el amor de su marido( Stan, Phil Davis) la timidez de su hija (Ethel, Alex ke-lly), el agradecimiento de su yerno (Reg, Eddie Marsan) y del hermano de su esposo, incluso la imposibilidad de comprenderla de su hijo (Sid, Daniel Mays) siguen ahí para apoyarla, para hacer frente a esas miradas de la gente superficial como la de su cuñada, para ayudarla a soportar la crisis desatada por el peso de este secreto que al descubrirse le costará su libertad.
Una película humana profunda, una mirada dentro del sistema judicial, un sistema donde todo incluso la redención y la paz están en venta. Pero sobretodo una mirada dentro de nosotros mismos.
Me ha recordado el personaje de cynthia en secretos y mentiras protagonizado por Brenda Blethyn, personajes que han hecho algo socialmente “incorrecto”, que se han equivocado una y otra vez pero que son tan puras en su error, tan transparentes bajo la cámara que nos impiden poder reprocharles algo, pero sí nos invitan a reflexionar y a vernos a nosotros mismos en nuestra “rectitud” tan falsa y frívola. La película es un gozo, un disfrute a pesar de la tristeza del final.



Adios Ernesto

Acaba de irse uno de mis escritores favoritos,me hizo matar, entrar en la mente de un asesino con "El tunel"... me hizo vivir la revolucion, enamorarme de Alejandra, entrar en el oscuro suburbio de los ciegos, morir despues de prenderle fuego a todo en la impactante "Sobre heroes y tumbas" uno de los mejores libros que he leído, seguiremos queriendole desde las releecturas.Hasta la victoria siempre.
y llegada la hora del adios, despues de parir esas palabras tan grandes no nos deja ya nada que decir.


Nada más que  unos fragmentos de sobre heroes y tumbas, para recordarle:

" Ya se alejan en medio del polvo, en la soledad mineral, en aquella desolada región planetaria. Y pronto no se distinguirán, polvo entre el polvo. Ya nada queda en la quebrada de aquella Legión, de aquellos míseros restos de la Legión: el eco de sus caballadas se ha apagado; la tierra que desprendieron en su furioso galope ha vuelto a su seno, lenta pero inexorablemente; la carne de Lavalle ha sido arrastrada hacia el sur por las aguas de un río (¿para convertirse en árbol, en planta, en perfume?). Sólo permanecerá el recuerdo brumoso y cada día más impreciso de aquella Legión fantasma. "En las noches de luna --cuenta un viejo indio-- yo también los he visto. Se oyen primero las nazarenas y el relincho de un caballo. Luego aparece, es un caballo muy brioso y lo muenta el general, un blanco como la nieve (así ve el indio al caballo del general). Él lleva un gran sable de caballería y un morrión alto, de granadero." (¡Pobre indio, si el general era un rotoso paisano, con un chambergo de paja sucia y un poncho que ya había olvidado el color simbólico! ¡Si aquel desdichado no tenía ni uniforme de grandero ni morrión, ni nada! ¡Si era un miserable entre miserables!) Pero es como un sueño: un momento más y en seguida desaparece en la sombra de la noche, cruzando el río hacia los cerros del poniente. "
"Martín la miró: estaba de espaldas, respirando ansiosamente por su boca entreabierta, su gran boca desdeñosa y sensual. Su pelo largo y lacio, renegrido, desparramado sobre la almohada, destacaba su rostro anguloso, esos rasgos que tenían la misma nitidez, la misma dureza que su espíritu. Temblaba y estaba lleno de ideas confusas, nunca antes sentidas. La luz del velador iluminaba su cuerpo abandonado, sus pechos que se marcaban debajo de su blusa blanca, y aquellas largas y hermosas piernas encogidas que lo tocaban. Acercó una de sus manos a su cuerpo, pero antes de llegar a colocarla sobre él, la retiró asustado. Luego, después de grandes vacilaciones, su mano volvió a acercarse a ella y finalmente se posó sobre uno de sus muslos."

  y lo mejor el "informe sobre los ciegos"

"Podría pensarse en la increíble cantidad de casualidades que me llevaron a entrar, por fin, en el universo de los ciegos: si yo no hubiese estado en contacto con los anarquistas, si entre esos anarquistas no hubiese encontrado un hombre como Iglesias, si Iglesias no hubiese sido falsificador de dinero, si aun siéndolo, no hubiese sufrido aquel accidente a la vista, etc. ¿Para qué seguir? Los acontecimientos son o parecen casuales según el ángulo desde donde se observe la realidad. Desde un ángulo opuesto ¿por qué no suponer que todo lo que nos sucede obedece a causas finales? Los ciegos me obsesionaron desde chico y hasta donde mi memoria alcanza recuerdo que siempre tuve el impreciso pero pertinaz propósito de penetrar algún día en el universo en que habitan. Si no hubiese tenido a Iglesias a mano, ya habría imaginado algún otro medio, porque toda la fuerza de mi espíritu se dirigió a lograr ese objetivo. Y cuando uno se propone enérgica y sistemáticamente un fin que esté dentro de las posibilidades del mundo determinado, cuando se movilizan no sólo las fuerzas conscientes de nuestra personalidad sino las más poderosas de nuestra subconsciencia, se termina por crear un campo de fuerzas telepáticas en torno de uno que impone a otros seres nuestra voluntad, y hasta se producen episodios que en apariencia son casuales pero que en rigor están determinados por esa invisible potencia de nuestro espíritu. En varias ocasiones, después de mi fracaso con el ciego del subterráneo, pensé qué útil me resultaría una especie de individuo intermediario entre los dos reinos, alguien que, por haber perdido la vista en un accidente, participase todavía, aunque fuera durante un tiempo, de nuestro universo de videntes y simultáneamente tuviera ya un pie en el otro territorio. Y quién sabe si esa idea, cada día más obsesionante, no fue apoderándose de mi subconsciencia hasta actuar por fin, como dije, en forma de invisible pero poderoso campo magnético, determinando en alguno de los seres que entran en él lo que yo más deseaba en ese momento de mi vida: el accidente de la ceguera. Examinando las circunstancias en que Iglesias manipulaba aquellos ácidos, recuerdo que la explosión fue precedida por mi entrada en el laboratorio y por la repentina, casi por la violenta idea de que si Iglesias se acercaba al mechero de Bunsen ocurriría una explosión. ¿Hecho premonitorio? No lo sé. Quién sabe si aquel accidente no fue forzado de alguna manera por mi deseo, si aquel acontecimiento que luego pareció un típico fenómeno del indiferente universo material no fue, en cambio, un típico fenómeno del universo en que nacen y crecen nuestras más turbias obsesiones. Yo mismo no veo claro aquel episodio, porque pasaba uno de esos períodos en que vivir me costaba un gran esfuerzo, en que me sentía como el capitán de un barco en medio de una tempestad, barridos los puentes por huracanes, crujiendo el casco por el tifón, tratando de mantenerme en lucidez para que todo se mantuviera en su lugar, toda mi voluntad y mi tensión aplicadas a mantener la ruta en medio de los bandazos y de la tiniebla. Luego caía derrumbado en mi cucheta, sin voluntad y con grandes huecos en mi memoria, como si mi espíritu hubiese sido devastado por el temporal. Necesitaba días para que todo volviese un poco a la normalidad, y los seres y los episodios de mi vida real aparecían o reaparecían paulatinamente, desolados y tristes, desmantelados y grises a medida que las aguas se calmaban.

Después de esos períodos, yo volvía a la vida normal con vagas reminiscencias de mi existencia anterior. Y así, poco a poco, reapareció Iglesias en mi memoria, y me costó reconstruir los episodios que culminaron en la explosión."



Secretos y mentiras


Mike Leigh a quien descubrí recientemente en Todo o nada me ha impresionado con secretos y mentiras, el papel de Brenda Blethyn (que le por algo le valió para tantas nominaciones) es el mejor, o de los mejores papeles que he visto, me resulta imposible de entender como logra captar esa cantidad de matices en el personaje de Cynthia, detalles que he captado y en los que he reflexionado muchas veces en el espejo de la vida, pero que pocas, poquísimas veces, he visto reflejado en un pantalla. Es una película humana con la que pude encararme de frente con la culpa, la ternura y el remordimiento,  en un solo plano, en una sola mirada.
Los actores de reparto son magníficos Timothy Spall vuelve a sorprenderme, con la importancia de sus silencio, el peso de lo que deja de decir, de lo que manifiesta por medio de su rostro es apabullante. Marianne Jean-Baptiste en el papel de Hortense esta estupenda, me gusta como juega con los prejuicios de raza que pueda tener es espectador y los rompe a través de este personaje seguro, valiente y libre, el primero en buscar la verdad, el que hace aparecer la desgarradura en este juego maestro de secretos y mentiras.
Hay detalles interesantes como el hecho de que a pesar de que el guión fue escrito por  Leigh, en realidad la mayoría de las actuaciones fueron improvisadas, basándose en lo que buscaba de cada papel, los orientó y los dejo crear su propia voz. Otra curiosidad es que la escena en donde Cynthia descubre que ella es la madre de Hortense fue filmada en una sola toma ininterrumpida de casi ocho minutos.
Fue ganadora de tres premios en el festival de cannes: (importante para mí, como uno de los pocos que sí son garantía de calidad) Palma de oro, mejor actriz (Brenda Bethyn) y Jurado ecuménico.
Pero lo poco o mucho que tenga por decir sale sobrando, hay que verla

viernes, 29 de abril de 2011

Raúl Garduño.



Con uno solo de mis dedos rompo el muro de la noche
Rompo el recuerdo,
Rompo la amargura amarrada a mi cuello.
Aquí estas y vienen lagos.
¡Ah muchacha¡
Lagos de salvamento que me da tu cuerpo de delicia
Mientras salgo de cicatrices que se borran con manotazos de niebla.
Porque puse mi mano sobre tu carne como se pone la palabra sobre la lengua
Porque te di la hoja de vida que mastican tus dientes
Porque hablo de la rosa encerrada en tu rostro
Por eso,
Por eso no te extrañe si ante tantos copos de luna
Algo de mí cae sobre tus senos de oro enloquecido.
No te apure la danza
Cayendo en el cuarto como una mano de memoria.
Al pie de tu cabello siembro la antena del prodigio.
Juntos vemos pasar islas mojadas hasta el cuello
Huesos de aves que se levantan a duras penas
Sombras ceyendo como almendras
Tu boca abierta como un muro aniquilado,
Sábanas, mujer,
Sábanas como hojas de nube nos envuelven.
Ayer nos decia adios la papelera húmeda,
Que duerme entre letras abatidas.
Hoy vez el viento occidental que viene a nuestro lado
Pisando hojas,
Hoy vez a la gran ciudad como una barca sedienta.
Juramentos,
Mujer de cabello igual a una manta.
Juramentos contigo y con tu amor
Más pequeño y más grande que el mundo.